¿Qué te indica tu tipo de barriga? ¡Descúbrelo!


Revisado y aprobado por el médico Nelton Abdon Ramos Rojas
La clasificación del «tipo de barriga» es un enfoque popular difundido en redes sociales y blogs de bienestar, con el que se intenta explicar la relación entre ciertos hábitos y la tendencia a acumular grasa o hinchazón en la zona abdominal. Aunque no es una categorización médica oficial, hay quienes la utilizan como referencia para comprender cómo diferentes factores influyen en la forma del abdomen.
Por supuesto, dada la falta de evidencia científica, este método debe interpretarse con precaución, considerando que la composición corporal es más compleja e involucra cuestiones como la genética, la alimentación, la salud hormonal y el nivel de actividad física. De hecho, la apariencia del vientre puede estar influenciada por condiciones médicas como el síndrome del intestino irritable o la resistencia a la insulina.
Con lo anterior claro, te invitamos a explorar con más detalle este concepto, que si bien no sirve para generar un diagnóstico preciso, sí puedes emplearlo para tomar conciencia sobre cómo el estrés, la alimentación, el sedentarismo y otros aspectos impactan en tu figura.
1. Barriga cervecera
La famosa «barriga cervecera» describe un tipo de abdomen en el que hay una mayor acumulación de grasa visceral, es decir, aquella se deposita alrededor de los órganos internos y que se asocia con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina y el hígado graso no alcohólico.
Se caracteriza por su forma redondeada y prominente, dura al tacto, que da al cuerpo una apariencia de hinchazón constante, con un vientre abultado que sobresale de forma notoria. Además, como la grasa está acumulada en una región profunda entre los órganos y no bajo la piel, no suele moverse demasiado al caminar o cambiar de posición.
Aunque su nombre sugiere que el consumo de cerveza es su detonante, en realidad no es el único factor involucrado. Las bebidas alcohólicas en general contribuyen a su aparición, pero también las dietas altas en calorías (abundantes en alimentos ultraprocesados y azúcares), el sedentarismo, el estrés y la falta de sueño.
Consejos para reducir este tipo de barriga
Debes considerar que no hay un método único ni milagroso para combatir la acumulación de grasa visceral, ya que esto depende de tu metabolismo, genética y estilo de vida. A pesar de esto, la práctica constante de hábitos saludables contribuye en gran medida a su disminución. Por ello, asegúrate de implementar lo siguiente:
- Adopta una alimentación equilibrada: prioriza el consumo de proteínas magras, vegetales, frutas, verduras, legumbres, grasas saludables y otros alimentos frescos. Además, limita la ingesta de ultraprocesados, azúcares y bebidas alcohólicas.
- Mantente activo: realiza ejercicio en casa, en el gimnasio o tu lugar de preferencia. Si lo prefieres, opta por otras disciplinas deportivas (ciclismo, natación, atletismo, fútbol, etcétera). Te recomendamos combinar ejercicios cardiovasculares con entrenamiento de fuerza, ya que es efectivo para acelerar el metabolismo y reducir grasa abdominal.
- Asegura un óptimo descanso: dormir bien es clave para regular hormonas que inciden en el almacenamiento de grasa. Por eso, procura dormir bien, mínimo entre 7 y 8 horas diarias.
- Mantente hidratado: la cantidad diaria de agua depende de tu nivel de actividad física, salud, edad, entre otras cuestiones. Como sea, procura que sea mínimo 2,5 litros al día. Recuerda complementarlo con la ingesta de frutas, bebidas isotónicas, infusiones y similares, que te aportan electrolitos esenciales.
- Controla el estrés: la meditación, el yoga, los masajes, la aromaterapia… hay varias técnicas que te permiten mitigar el impacto del estrés. Esto es importante porque mantiene a la raya los niveles de cortisol, una hormona que en exceso puede influir en la acumulación de grasa en el abdomen.
- Busca atención profesional: por último, y no por ello menos importante, procura asesorarte con médicos, nutricionistas y otros profesionales de salud para diseñar un plan personalizado para perder peso, de acuerdo a tus necesidades.
2. Barriga de michelines
¿Notas pliegues o rollitos visibles en tu zona abdominal? Si es así, es posible que tengas la llamada «barriga de michelines». Con este término popular se describe un tipo de acumulación de grasa subcutánea que se evidencia en el vientre y en los costados de la cintura. A diferencia de la grasa visceral, que rodea los órganos internos, esta se encuentra debajo de la piel.
Por tal razón, el abdomen adquiere una apariencia más blanda y moldeable al tacto, con «lonjas» que se acentúan más al utilizar ropa ajustada o al sentarse. La genética influye en gran medida en este tipo de depósito de grasa; sin embargo, la alimentación abundante en ultraprocesados y calorías, la falta de actividad física y demasiado estrés también influyen.
Ahora bien, en lo asociado a la salud, no se considera tan peligrosa como la grasa visceral, aunque su eliminación puede ser desafiante. Conviene prestarle atención, ya que un exceso puede contribuir a la aparición de enfermedades cardiovasculares y metabólicas a largo plazo.
Consejos para reducirla
Las recomendaciones para reducir este tipo de barriga son similares a los de la grasa visceral. Sin embargo, hay algunas diferencias, ya que los depósitos de grasa subcutáneos pueden ser más persistentes en algunos casos. ¡Toma nota!
- Reduce el consumo total de calorías: planear un déficit calórico de forma equilibrada, es decir, comer menos calorías de las que tu cuerpo gasta, contribuye a emplear las reservas de grasa como energía.
- Incrementa la actividad de fuerza y resistencia: este tipo de entrenamiento se caracteriza por ayudar a la reducción de grasa subcutánea y a la tonificación de los músculos.
- No descuides el ejercicio cardiovascular: alternar la actividad aeróbica con la fuerza optimiza la quema de grasa.
- Limita el consumo de ultraprocesados y azúcares: por su alta densidad energética y pobre valor nutricional, estos productos alimentarios dificultan reducir este tipo de barriga.
- Consume proteínas magras y fuentes de fibra: pollo, pavo, pescados, frutos secos, semillas, legumbres, verduras, frutas… estos alimentos te ayudan a prolongar la sensación de saciedad y a preservar la masa muscular a la vez que pierdes grasa.
- Busca momentos de relajación y descanso: dormir bien y controlar el estrés es fundamental para mejorar el metabolismo. Demasiado cortisol influye en la resistencia a perder grasa abdominal.
- Sé constante: ten en cuenta que la disminución de esta grasa puede ser menos notoria que la visceral; persistir es clave.
3. Barriga hinchada
La barriga hinchada o «barriga flotador» se caracteriza por un aumento temporal del volumen abdominal. Este aumenta a lo largo del día, pero disminuye en la mañana. Sus causas van desde la acumulación de gases y problemas de estreñimiento hasta retención de líquidos, inflamación pélvica asociada al ciclo menstrual y consumo de alimentos que generan fermentación en el intestino.
Puede afectar a cualquier persona, de todas las edades; sin embargo, es frecuente entre quienes tienen síndrome del intestino irritable, intolerencias alimentarias o disbiosis intestinal. El abdomen puede sentirse tenso o distendido, no necesariamente blando o flácido. A veces, se acompaña de pesadez, calambres o sensación de llenura.
Consejos para reducirla
Si reconoces que tienes este tipo de barriga, hay varias estrategias que puedes aplicar para intentar reducirla y, en especial, prevenirla.
- Identifica si tienes intolerancias alimentarias: las legumbres, los lácteos, las harinas refinadas, las bebidas carbonatadas y otros pueden ser el motivo por el que te inflamas. Es importante que apuntes qué consumes para reconocer qué puede estar generando este problema.
- Come despacio y mastica bien: estos sencillos hábitos son determinantes para una mejor salud digestiva. Además, evitan que tragues aire al comer.
- Consume probióticos: yogur, kimchi, chucrut, kéfir… hay muchos alimentos con bacterias saludables que benefician tu microbiota intestinal.
- Realiza ejercicio físico: mantener activo mejora tu tránsito intestinal y te ayuda a prevenir los gases y el estreñimiento.
- Limita el consumo de sodio, ultraprocesados y azúcares: estos alimentos influyen en la retención de líquidos y el aumento de la inflamación.
- Consulta al médico: si la hinchazón es persistente, dolorosa o se acompaña de otros síntomas severos (gases, malestar, sensación de plenitud, náuseas y vómitos).
4. Barriga de postparto
Si te encuentras en periodo de postparto, no te preocupes. Notar tu barriga más hinchada es completamente normal. Aunque sus características varían en cada mujer, suele ser blanda y un poco prominente, sobre todo en la zona inferior del abdomen. Su forma puede ser redondeada o caída debido a la distención de los tejidos y músculos que sufre el área.
Otros factores como la retención de líquidos, la acumulación de grasa durante el embarazo y la lenta recuperación del tono muscular influyen en que este vientre sea más o menos notorio. Para ser más precisos, si hay acumulación de líquido puedes notarte hinchada, mientras que la acumulación de grasa puedes percibirla más consistente o abultada.
Consejos para reducirla
Antes que nada, considera que la genética desempeña un papel clave en la recuperación de tu figura tras el postparto. A veces es cuestión de semanas, mientras que en otros casos el proceso es lento. Como sea, asegúrate de ser constante, ya que no hay una fórmula para lograrlo de la noche a la mañana.
- No te apresures: la recuperación de tu útero y tejidos puede tardar de semanas a meses. Empieza con cuidado, atendiendo a las señales de tu cuerpo.
- Haz ejercicios adecuados: empieza con actividades de bajo impacto, como los ejercicios de Kegel para fortalecer el suelo pélvico. Se recomienda esperar entre 6 y 8 semanas antes de intentar otras actividades que impliquen más esfuerzo.
- Prioriza la dieta equilibrada: comer proteínas magras, carbohidratos complejos, grasas saludables y antioxidantes, en su justa medida, te ayudará a recuperar tu peso sin comprometer tu bienestar. Elige alimentos frescos (pollo, pavo, pescados, aguacate, aceite de oliva, verduras, frutas, legumbres, etcétera).
- Consume suficiente agua: el líquido es clave para prevenir la retención de líquidos y mejorar la elasticidad de la piel.
- Gestiona el estrés: afrontar el estrés con técnicas de relajación (meditación, musicoterapia, masajes, etcétera) contribuirá a tu salud y a recuperar tu peso.
- Cuida tu postura: tanto al sentarte como de pie o acostada; esto para evitar una presión excesiva en el abdomen y favorecer la recuperación de los músculos. Puedes probar estiramientos para corregir tu postura.
- Acude a los controles médicos: el profesional te puede ayudar a personalizar tu dieta, entrenamiento y demás hábitos para recuperarte.
5. Barriga de estrés
¿Sueles estar expuesto a constantes situaciones de estrés? La falta de sueño, la mala alimentación, el consumo excesivo de cafeína, el exceso de ruido y la ansiedad emocional son algunos de los factores que pueden generarte este estado. Si es así, es posible que también tengas niveles elevados y sostenidos de cortisol, una hormona cuyo exceso también puede reflejarse en el aspecto de tu abdomen.
La razón es muy simple: cuando está hormoina es demasiado alta, favorece el almacenamiento de grasa visceral, y también la inflamación. De hecho, puede alterar otras cuestiones como la microbiota y el proceso digestivo, lo que da lugar a un abdomen más hinchado.
Consejos para reducir este tipo de barriga
Si notas que tu barriga cambia de tamaño a lo largo del día, sobre todo en los momentos de mayor estrés, puede que el cortisol sea uno de los motivos. Para contrarrestarlo, pon en práctica estas recomendaciones:
- Práctica técnicas de relajación: le meditación, la respiración profunda, el yoga, entre otras terapias, contribuyen de forma significativa al alivio del estrés.
- Duerme bien: prioriza entre 7 y 8 horas diarias de sueño.
- Limita el consumo de sustancias estimulantes: como la cafeína y el alcohol, que pueden causar un aumento de cortisol e influir en la acumulación de grasa.
- Realiza ejercicio regular: de la forma que más te guste, gimnasio, ejercicios en casa, ciclismo, natación, al aire libre. Mantenerte activo es una de las formas más efectivas de reducir el estrés y su impacto en la salud.
- Mantén una buena alimentación: no te prives de grupos de alimentos, ni de alimentos en particular. Opta por comer variado y balanceado, priorizando los alimentos frescos y saludables.
- Busca ayuda profesional: la psicoterapia puede ser une mejor opción si el estrés te sobrepasa. El psicólogo puede orientarte hacia estrategias más efectivas para su control.
Tu bienestar va más allá de etiquetas
Como lo puedes notar, más allá de las etiquetas que suele recibir el abdomen por tener determinada forma, es fundamental considerar que cuestiones como la acumulación de grasa visceral o subcutánea y la inflamación pueden explicarlo. Por eso, en lugar de preocuparte por la categoría en la que encaja tu vientre, debes centrarte en comprender qué factores pueden estar afectando tu peso y tu salud.
Aunque no todos son modificables, como los genéticos, priorizar los hábitos saludables puede hacer la diferencia. Enfócate en mejorar día a día tu alimentación, en practicar actividad física regular, controlar el estrés y en asegurar un buen descanso, sin dejar de lado que la constancia es clave.
La clasificación del «tipo de barriga» es un enfoque popular difundido en redes sociales y blogs de bienestar, con el que se intenta explicar la relación entre ciertos hábitos y la tendencia a acumular grasa o hinchazón en la zona abdominal. Aunque no es una categorización médica oficial, hay quienes la utilizan como referencia para comprender cómo diferentes factores influyen en la forma del abdomen.
Por supuesto, dada la falta de evidencia científica, este método debe interpretarse con precaución, considerando que la composición corporal es más compleja e involucra cuestiones como la genética, la alimentación, la salud hormonal y el nivel de actividad física. De hecho, la apariencia del vientre puede estar influenciada por condiciones médicas como el síndrome del intestino irritable o la resistencia a la insulina.
Con lo anterior claro, te invitamos a explorar con más detalle este concepto, que si bien no sirve para generar un diagnóstico preciso, sí puedes emplearlo para tomar conciencia sobre cómo el estrés, la alimentación, el sedentarismo y otros aspectos impactan en tu figura.
1. Barriga cervecera
La famosa «barriga cervecera» describe un tipo de abdomen en el que hay una mayor acumulación de grasa visceral, es decir, aquella se deposita alrededor de los órganos internos y que se asocia con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina y el hígado graso no alcohólico.
Se caracteriza por su forma redondeada y prominente, dura al tacto, que da al cuerpo una apariencia de hinchazón constante, con un vientre abultado que sobresale de forma notoria. Además, como la grasa está acumulada en una región profunda entre los órganos y no bajo la piel, no suele moverse demasiado al caminar o cambiar de posición.
Aunque su nombre sugiere que el consumo de cerveza es su detonante, en realidad no es el único factor involucrado. Las bebidas alcohólicas en general contribuyen a su aparición, pero también las dietas altas en calorías (abundantes en alimentos ultraprocesados y azúcares), el sedentarismo, el estrés y la falta de sueño.
Consejos para reducir este tipo de barriga
Debes considerar que no hay un método único ni milagroso para combatir la acumulación de grasa visceral, ya que esto depende de tu metabolismo, genética y estilo de vida. A pesar de esto, la práctica constante de hábitos saludables contribuye en gran medida a su disminución. Por ello, asegúrate de implementar lo siguiente:
- Adopta una alimentación equilibrada: prioriza el consumo de proteínas magras, vegetales, frutas, verduras, legumbres, grasas saludables y otros alimentos frescos. Además, limita la ingesta de ultraprocesados, azúcares y bebidas alcohólicas.
- Mantente activo: realiza ejercicio en casa, en el gimnasio o tu lugar de preferencia. Si lo prefieres, opta por otras disciplinas deportivas (ciclismo, natación, atletismo, fútbol, etcétera). Te recomendamos combinar ejercicios cardiovasculares con entrenamiento de fuerza, ya que es efectivo para acelerar el metabolismo y reducir grasa abdominal.
- Asegura un óptimo descanso: dormir bien es clave para regular hormonas que inciden en el almacenamiento de grasa. Por eso, procura dormir bien, mínimo entre 7 y 8 horas diarias.
- Mantente hidratado: la cantidad diaria de agua depende de tu nivel de actividad física, salud, edad, entre otras cuestiones. Como sea, procura que sea mínimo 2,5 litros al día. Recuerda complementarlo con la ingesta de frutas, bebidas isotónicas, infusiones y similares, que te aportan electrolitos esenciales.
- Controla el estrés: la meditación, el yoga, los masajes, la aromaterapia… hay varias técnicas que te permiten mitigar el impacto del estrés. Esto es importante porque mantiene a la raya los niveles de cortisol, una hormona que en exceso puede influir en la acumulación de grasa en el abdomen.
- Busca atención profesional: por último, y no por ello menos importante, procura asesorarte con médicos, nutricionistas y otros profesionales de salud para diseñar un plan personalizado para perder peso, de acuerdo a tus necesidades.
2. Barriga de michelines
¿Notas pliegues o rollitos visibles en tu zona abdominal? Si es así, es posible que tengas la llamada «barriga de michelines». Con este término popular se describe un tipo de acumulación de grasa subcutánea que se evidencia en el vientre y en los costados de la cintura. A diferencia de la grasa visceral, que rodea los órganos internos, esta se encuentra debajo de la piel.
Por tal razón, el abdomen adquiere una apariencia más blanda y moldeable al tacto, con «lonjas» que se acentúan más al utilizar ropa ajustada o al sentarse. La genética influye en gran medida en este tipo de depósito de grasa; sin embargo, la alimentación abundante en ultraprocesados y calorías, la falta de actividad física y demasiado estrés también influyen.
Ahora bien, en lo asociado a la salud, no se considera tan peligrosa como la grasa visceral, aunque su eliminación puede ser desafiante. Conviene prestarle atención, ya que un exceso puede contribuir a la aparición de enfermedades cardiovasculares y metabólicas a largo plazo.
Consejos para reducirla
Las recomendaciones para reducir este tipo de barriga son similares a los de la grasa visceral. Sin embargo, hay algunas diferencias, ya que los depósitos de grasa subcutáneos pueden ser más persistentes en algunos casos. ¡Toma nota!
- Reduce el consumo total de calorías: planear un déficit calórico de forma equilibrada, es decir, comer menos calorías de las que tu cuerpo gasta, contribuye a emplear las reservas de grasa como energía.
- Incrementa la actividad de fuerza y resistencia: este tipo de entrenamiento se caracteriza por ayudar a la reducción de grasa subcutánea y a la tonificación de los músculos.
- No descuides el ejercicio cardiovascular: alternar la actividad aeróbica con la fuerza optimiza la quema de grasa.
- Limita el consumo de ultraprocesados y azúcares: por su alta densidad energética y pobre valor nutricional, estos productos alimentarios dificultan reducir este tipo de barriga.
- Consume proteínas magras y fuentes de fibra: pollo, pavo, pescados, frutos secos, semillas, legumbres, verduras, frutas… estos alimentos te ayudan a prolongar la sensación de saciedad y a preservar la masa muscular a la vez que pierdes grasa.
- Busca momentos de relajación y descanso: dormir bien y controlar el estrés es fundamental para mejorar el metabolismo. Demasiado cortisol influye en la resistencia a perder grasa abdominal.
- Sé constante: ten en cuenta que la disminución de esta grasa puede ser menos notoria que la visceral; persistir es clave.
3. Barriga hinchada
La barriga hinchada o «barriga flotador» se caracteriza por un aumento temporal del volumen abdominal. Este aumenta a lo largo del día, pero disminuye en la mañana. Sus causas van desde la acumulación de gases y problemas de estreñimiento hasta retención de líquidos, inflamación pélvica asociada al ciclo menstrual y consumo de alimentos que generan fermentación en el intestino.
Puede afectar a cualquier persona, de todas las edades; sin embargo, es frecuente entre quienes tienen síndrome del intestino irritable, intolerencias alimentarias o disbiosis intestinal. El abdomen puede sentirse tenso o distendido, no necesariamente blando o flácido. A veces, se acompaña de pesadez, calambres o sensación de llenura.
Consejos para reducirla
Si reconoces que tienes este tipo de barriga, hay varias estrategias que puedes aplicar para intentar reducirla y, en especial, prevenirla.
- Identifica si tienes intolerancias alimentarias: las legumbres, los lácteos, las harinas refinadas, las bebidas carbonatadas y otros pueden ser el motivo por el que te inflamas. Es importante que apuntes qué consumes para reconocer qué puede estar generando este problema.
- Come despacio y mastica bien: estos sencillos hábitos son determinantes para una mejor salud digestiva. Además, evitan que tragues aire al comer.
- Consume probióticos: yogur, kimchi, chucrut, kéfir… hay muchos alimentos con bacterias saludables que benefician tu microbiota intestinal.
- Realiza ejercicio físico: mantener activo mejora tu tránsito intestinal y te ayuda a prevenir los gases y el estreñimiento.
- Limita el consumo de sodio, ultraprocesados y azúcares: estos alimentos influyen en la retención de líquidos y el aumento de la inflamación.
- Consulta al médico: si la hinchazón es persistente, dolorosa o se acompaña de otros síntomas severos (gases, malestar, sensación de plenitud, náuseas y vómitos).
4. Barriga de postparto
Si te encuentras en periodo de postparto, no te preocupes. Notar tu barriga más hinchada es completamente normal. Aunque sus características varían en cada mujer, suele ser blanda y un poco prominente, sobre todo en la zona inferior del abdomen. Su forma puede ser redondeada o caída debido a la distención de los tejidos y músculos que sufre el área.
Otros factores como la retención de líquidos, la acumulación de grasa durante el embarazo y la lenta recuperación del tono muscular influyen en que este vientre sea más o menos notorio. Para ser más precisos, si hay acumulación de líquido puedes notarte hinchada, mientras que la acumulación de grasa puedes percibirla más consistente o abultada.
Consejos para reducirla
Antes que nada, considera que la genética desempeña un papel clave en la recuperación de tu figura tras el postparto. A veces es cuestión de semanas, mientras que en otros casos el proceso es lento. Como sea, asegúrate de ser constante, ya que no hay una fórmula para lograrlo de la noche a la mañana.
- No te apresures: la recuperación de tu útero y tejidos puede tardar de semanas a meses. Empieza con cuidado, atendiendo a las señales de tu cuerpo.
- Haz ejercicios adecuados: empieza con actividades de bajo impacto, como los ejercicios de Kegel para fortalecer el suelo pélvico. Se recomienda esperar entre 6 y 8 semanas antes de intentar otras actividades que impliquen más esfuerzo.
- Prioriza la dieta equilibrada: comer proteínas magras, carbohidratos complejos, grasas saludables y antioxidantes, en su justa medida, te ayudará a recuperar tu peso sin comprometer tu bienestar. Elige alimentos frescos (pollo, pavo, pescados, aguacate, aceite de oliva, verduras, frutas, legumbres, etcétera).
- Consume suficiente agua: el líquido es clave para prevenir la retención de líquidos y mejorar la elasticidad de la piel.
- Gestiona el estrés: afrontar el estrés con técnicas de relajación (meditación, musicoterapia, masajes, etcétera) contribuirá a tu salud y a recuperar tu peso.
- Cuida tu postura: tanto al sentarte como de pie o acostada; esto para evitar una presión excesiva en el abdomen y favorecer la recuperación de los músculos. Puedes probar estiramientos para corregir tu postura.
- Acude a los controles médicos: el profesional te puede ayudar a personalizar tu dieta, entrenamiento y demás hábitos para recuperarte.
5. Barriga de estrés
¿Sueles estar expuesto a constantes situaciones de estrés? La falta de sueño, la mala alimentación, el consumo excesivo de cafeína, el exceso de ruido y la ansiedad emocional son algunos de los factores que pueden generarte este estado. Si es así, es posible que también tengas niveles elevados y sostenidos de cortisol, una hormona cuyo exceso también puede reflejarse en el aspecto de tu abdomen.
La razón es muy simple: cuando está hormoina es demasiado alta, favorece el almacenamiento de grasa visceral, y también la inflamación. De hecho, puede alterar otras cuestiones como la microbiota y el proceso digestivo, lo que da lugar a un abdomen más hinchado.
Consejos para reducir este tipo de barriga
Si notas que tu barriga cambia de tamaño a lo largo del día, sobre todo en los momentos de mayor estrés, puede que el cortisol sea uno de los motivos. Para contrarrestarlo, pon en práctica estas recomendaciones:
- Práctica técnicas de relajación: le meditación, la respiración profunda, el yoga, entre otras terapias, contribuyen de forma significativa al alivio del estrés.
- Duerme bien: prioriza entre 7 y 8 horas diarias de sueño.
- Limita el consumo de sustancias estimulantes: como la cafeína y el alcohol, que pueden causar un aumento de cortisol e influir en la acumulación de grasa.
- Realiza ejercicio regular: de la forma que más te guste, gimnasio, ejercicios en casa, ciclismo, natación, al aire libre. Mantenerte activo es una de las formas más efectivas de reducir el estrés y su impacto en la salud.
- Mantén una buena alimentación: no te prives de grupos de alimentos, ni de alimentos en particular. Opta por comer variado y balanceado, priorizando los alimentos frescos y saludables.
- Busca ayuda profesional: la psicoterapia puede ser une mejor opción si el estrés te sobrepasa. El psicólogo puede orientarte hacia estrategias más efectivas para su control.
Tu bienestar va más allá de etiquetas
Como lo puedes notar, más allá de las etiquetas que suele recibir el abdomen por tener determinada forma, es fundamental considerar que cuestiones como la acumulación de grasa visceral o subcutánea y la inflamación pueden explicarlo. Por eso, en lugar de preocuparte por la categoría en la que encaja tu vientre, debes centrarte en comprender qué factores pueden estar afectando tu peso y tu salud.
Aunque no todos son modificables, como los genéticos, priorizar los hábitos saludables puede hacer la diferencia. Enfócate en mejorar día a día tu alimentación, en practicar actividad física regular, controlar el estrés y en asegurar un buen descanso, sin dejar de lado que la constancia es clave.
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