Dismenorrea primaria y secundaria: causas y síntomas

El dolor menstrual puede resultar de afecciones ginecológicas subyacentes o puede no tener una causa identificable. Esto determina si es dismenorrea primaria o secundaria. 
Dismenorrea primaria y secundaria: causas y síntomas
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 07 junio, 2024

Los periodos menstruales dolorosos, también llamados calambres menstruales, son una causa común de dolor pélvico en la mujer, al igual que un motivo frecuente de consultas ginecológicas. En términos médicos se denomina ‘dismenorrea’, y se clasifica como primaria o secundaria en función de su causa.

El dolor está descrito como punzante y espasmódico, localizado en la parte inferior del abdomen, aunque a veces extendido hacia la espalda y los muslos. Casi siempre oscila entre leve y moderado, pero puede ser intenso e incapacitante. Si se da en ausencia de enfermedades subyacentes, se considera dismenorrea primaria; cuando se identifica una causa física, se cataloga como secundaria.

Ahora bien, ¿cómo distinguir cada una? Hay pequeñas diferencias en la manifestación del dolor que permiten sospechar entre un tipo y otro. En el siguiente espacio te contamos más sobre sus causas, síntomas, posibles tratamientos y cuándo es necesario acudir al médico.

Dismenorrea primaria

La dismenorrea primaria comienza dentro del primer o segundo año después de la menarquía (primera menstruación), y suele repetirse en cada ciclo menstrual, a lo largo de la vida reproductiva. El dolor se presenta a las pocas horas del inicio del sangrado menstrual —o un poco antes— y persiste hasta por 72 horas.

Una de sus principales características es que no tiene una causa específica y no se puede explicar con otras patologías ginecológicas o de los órganos pélvicos. Se cree que se da por las contracciones uterinas que ocurren durante la eliminación del sangrado y los elementos residuales del revestimiento del útero.

En este proceso, las células endometriales aumentan la liberación de prostaglandinas, que estimulan las terminaciones nerviosas del dolor e intervienen en la respuesta inflamatoria. A mayor liberación de esta sustancia, más es la intensidad de los cólicos.

Otros factores como las anomalías en la posición uterina, el orificio cervical estrecho y la ansiedad también están relacionados con esta forma de dolor menstrual.

La dismenorrea primaria es la más común. Se estima que tiene una prevalencia del 90 % en las adolescentes y del 50 % de las mujeres en etapa reproductiva. 

Síntomas

  • Está descrito como un dolor de leve a intenso, de tipo espasmódico, en la parte inferior del abdomen, a veces irradiado hacia la espalda o los muslos. A menudo es continuado, pero ocasionalmente se presenta de manera intermitente.
  • El dolor tiene un patrón claro y cíclico, intenso durante el primer día y con una duración que oscila entre ocho y 72 horas.
  • Puede coexistir con otros síntomas como dolor de cabeza, malestar general, dolor de espalda, náuseas y vómitos, sensibilidad en los senos, insomnio y aumento o disminución del apetito. También con alteraciones del estado de ánimo, como ansiedad, irritabilidad y síntomas depresivos.

Hay que destacar que estas manifestaciones clínicas varían en cada mujer. Mientras que algunas experimentan solo un dolor leve —apenas perceptible—, otras sufren cólicos muy fuertes que limitan sus actividades cotidianas. En cualquier caso, los síntomas suelen disminuir con la edad y luego del primer embarazo.



Dismenorrea secundaria

La dismenorrea secundaria son los calambres menstruales asociados a una enfermedad, una infección o una anomalía estructural subyacente de los órganos reproductivos o los tejidos alrededor de estos. Puede ocurrir en cualquier momento después de la primera menstruación, pero es más frecuente en mujeres entre los 30 y 40 años.

Al igual que la dismenorrea primaria, esta se manifiesta en diferentes intensidades de dolor (leve, moderado y severo). Sin embargo, este suele iniciar antes del ciclo menstrual y se prolonga por más tiempo que los cólicos típicos. En algunas mujeres, el dolor remite solo cuando el sangrado cesa por completo.

La causa más frecuente de este tipo de dismenorrea es la endometriosis (hasta un 29 %), una condición en la que el tejido endometrial crece por fuera del útero. Además de dolor intenso, esta condición provoca sangrados abundantes, problemas de fertilidad y sangrados intermenstruales.

Otras causas asociadas abarcan afecciones como las siguientes:

La dismenorrea secundaria también es una de las complicaciones asociadas al uso del dispositivo intrauterino (DIU) hecho de cobre.

Síntomas

  • Las características del dolor por dismenorrea secundaria son similares a las de la primaria. Se describe como un dolor agudo —o pulsátil— en la región de la pelvis, que puede extenderse por la espalda baja y las piernas. Sin embargo, casi siempre es más intenso y continuo que el dolor común.
  • El dolor puede iniciar días antes del periodo menstrual.
  • Se puede presentar de forma simultánea con dolores de cabeza, dolor de espalda, estreñimiento o diarrea y, ocasionalmente, náuseas y vómitos.
  • De acuerdo a su causa subyacente, otros síntomas pueden ser la dispareunia (relaciones sexuales dolorosas), el sangrado poscoital, el sangrado entre periodos menstruales, los sangrados menstruales abundantes y la polaquiuria (necesidad de orinar repetidas veces en el día y la noche).

Factores de riesgo de la dismenorrea

La mayoría de las mujeres experimentan alguna de las formas de dismenorrea durante su edad reproductiva; tanto la primaria como la secundaria comparten factores de riesgo. Es más probable experimentar esta dolencia si:

  • Se padece depresión o ansiedad.
  • Se tiene diagnóstico de síndrome premenstrual.
  • Hubo menarquia temprana (antes de los 12 años).
  • Hay un consumo habitual de alcohol, tabaco y cafeína.
  • El índice de masa corporal es superior o inferior a lo normal.
  • Los periodos menstruales son abundantes y de siete o más días.
  • Hay antecedentes de cesárea con cicatrización incompleta de la cicatriz uterina.
  • Hay antecedentes familiares de dismenorrea, o bien, de enfermedades ginecológicas como la endometriosis.

¿Cómo saber si es dismenorrea primaria o secundaria?

Llevar un registro de los síntomas de la dismenorrea es una de las formas más útiles para establecer si se trata de su forma primaria o secundaria. Como lo detallamos en líneas anteriores, aunque los calambres son bastante similares, hay ciertas diferencias en las manifestaciones clínicas.

En ambos casos, lo mejor es consultar al médico o al ginecólogo. Ambos tipos de dolor pueden afectar la calidad de vida y la capacidad para realizar las actividades cotidianas.

Durante el chequeo, el profesional hará un análisis de los síntomas y los ciclos menstruales; si hay sospechas de dismenorrea secundaria, puede sugerir pruebas complementarias como el ultrasonido, la histeroscopia y la laparoscopia para confirmar el diagnóstico.

Tratamiento de la dismenorrea

Hay una serie de intervenciones farmacológicas y no farmacológicas que pueden aplicarse tanto en la dismenorrea primaria como en la secundaria. El principal objetivo de este tratamiento es reducir el dolor y los síntomas asociados, de modo que las pacientes puedan realizar la mayoría de sus actividades sin problema.

Cuando los cólicos son leves o moderados —y no hay sospechas de enfermedades— el autocuidado es suficiente para conseguir alivio. Si no hay respuesta al tratamiento inicial, o si los cólicos son muy intensos y prolongados, amerita consultar al médico para establecer si se trata de dismenorrea secundaria. Si es así, se inicia el tratamiento correspondiente para la enfermedad subyacente.

Tratamiento farmacológico

El tratamiento farmacológico de primera línea para la dismenorrea son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Su uso de manera programada, uno o dos días antes del inicio del dolor, ha demostrado ser más efectivo que cuando se toman ante la presencia de los calambres.

Los más utilizados de esta variedad son el ibuprofeno de 800 miligramos (mg) cada 8 horas y el naproxeno de 440 mg cada 12 horas. Este último suele aumentarse a 550 mg tras la dosis inicial. Otros AINEs útiles son la indometacina, el ácido mefenámico y el piroxicam. Estos suelen utilizarse bajo supervisión médica.

La función de los AINEs es disminuir el dolor a través de la inhibición de la síntesis de prostaglandinas. Gracias a este efecto, se cree que también ayudan contra los sangrados abundantes.

Si los AINEs no son bien tolerados o, por algún motivo, están contraindicados, se utiliza paracetamol (acetaminofén). Este fármaco produce analgesia a través de la elevación del umbral del dolor; no obstante, es menor efectivo en los casos de dismenorrea.

Tratamiento hormonal

Los anticonceptivos hormonales de estrógeno y progesterona ayudan a disminuir los calambres menstruales. Sea en forma de píldoras, parches o anillos vaginales, estos ayudan a adelgazar el revestimiento del útero y a reducir las contracciones uterinas. Asimismo, actúan al inhibir la producción de prostaglandinas.

Otras opciones como los anticonceptivos que solo contiene progestina (píldoras, implantes, DIU e inyecciones intramusculares) resultan útiles en aquellas que padecen dismenorrea secundaria debido a trastornos como la endometriosis.

Tratamiento de soporte

El tratamiento no farmacológico para la dismenorrea implica una serie de cuidados en el hogar y la práctica de hábitos saludables.

  • Aplicar calor local: sea con una almohadilla térmica o una compresa caliente, sirve para estimular el flujo sanguíneo, reducir el dolor y relajar el útero.
  • Terapia de masajes: estimulan un aumento de la temperatura corporal, activan la circulación y tienen un efecto relajante que calma los calambres menstruales. Descubre aquí varios tipos de masajes terapéuticos.
  • Consumir más omega-3: el consumo diario de entre 300 y 1800 miligramos de ácidos grasos omega 3 ayuda a reducir el dolor y la inflamación asociados a la dismenorrea. Puedes obtener este nutriente de variedad de alimentos como los pescados y mariscos, nueces y semillas, aceite de linaza, entre otros. Si no obtienes la cantidad necesaria, considera la suplementación.
  • Otros suplementos dietéticos: la vitamina B1, B6 y B12, la vitamina D, el calcio, el zinc y el magnesio también contribuyen a la prevención de la dismenorrea. Sin embargo, antes de tomarlos a modo de suplemento, procura consultar al médico.
  • Suplementos herbales: el uso de hierbas medicinales, ya sea en infusiones calientes, cápsulas u otros, es común a la hora de tratar los cólicos de forma natural. Algunas de las opciones recomendadas abarcan el jengibre, la canela, el hinojo, las hierbas chinas, la manzanilla y la menta.
  • Ajustes en la dieta: incrementar el consumo de frutas y vegetales, moderar la ingesta de carnes, priorizar las grasas saludables (como aceite de oliva y aguacate) y evitar los azúcares y los ultraprocesados.
  • Ejercicio físico: se considera una de las mejores maneras de calmar la dismenorrea sin medicamentos. Su práctica ayuda a la liberación de endorfinas —hormonas del bienestar— y disminuye la producción de prostaglandinas, asociadas al dolor y la inflamación. Caminar, trotar, nadar, bailar y hacer yoga o pilates son modalidades que puedes tener en cuenta. Dedícales por lo menos 20 minutos al día.
  • Técnicas de relajación: los ejercicios de relajación muscular progresiva, la respiración profunda, la aromaterapia, la meditación y otros métodos de relajación también ayudan al alivio del dolor.


¿Es posible prevenir la dismenorrea?

No, no hay un método de prevención para la dismenorrea. Esto se debe a que muchos de los factores involucrados en su aparición —genética, edad, actividad hormonal, anomalías— no se pueden modificar. Aun así, adoptar una alimentación sana y equilibrada, hacer ejercicio físico regular y evitar el alcohol y el tabaco evita que los cólicos sean demasiado intensos.

¿Cuándo consultar al médico?

La mayor parte de las veces, la dismenorrea es leve y mejora con el tratamiento en casa. No obstante, si el dolor es demasiado intenso e incapacitante, si empeora con el tiempo o si se presenta de forma simultánea con otros síntomas, es preferible solicitar atención médica. Tras evaluar los síntomas y determinar el tipo de dismenorrea, el profesional orientará el tratamiento según corresponda.

¡Para recordar!

Tanto la dismenorrea primaria como la secundaria provocan calambres menstruales que van de leves a intensos. No obstante, la primaria es la más común, no tiene una causa identificable y suele iniciar dentro del primer año luego de la menarquia.

Por su parte, la dismenorrea secundaria se explica en enfermedades pélvicas subyacentes, que por lo general se desarrollan años después de la menarquía (entre los 30 y 40 años). Además del dolor, sus manifestaciones clínicas suelen involucrar sangrados abundantes, dolor al tener relaciones sexuales, sangrados entre periodos menstruales y problemas de fertilidad.

En ambos casos, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y las medidas de soporte en casa pueden favorecer el alivio del dolor. Sin embargo, es conveniente que el médico determine el tipo de dismenorrea para orientar el tratamiento de acuerdo a la causa establecida.


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